Gabi.

Como empezar esta carta. De verdad, desearía tanto que la vieras.
Ya pasó un mes y medio. Desde que dejé de ir a verte. Desde que dejé de compartir mis tarde con vos.
Comenzaré, diciendo lo crucial. Te extraño.
Me acostumbré a mi hora y media de turno los miércoles a las nueve para desquitarme de todo lo que me ocurrió durante la semana.
Gabi, eras y sos tan especial. No creí que sería yo la que tuviera que despedirme de vos tan pronto.
Encontré en vos una amiga, una amiga muy especial. Que aunque intentábamos salir, nunca concordamos. Y aunque aveces no sea lo correcto, compartíamos hasta los secretos más ocultos de nuestra vida. Nunca pude esconderte nada.
Me acuerdo el primer día cuando fui al consultorio, no tenía ni las ganas para verte! sí suena muy gracioso, solo me acordaba de las veces que me preguntabas como me sentía y lo único que pensaba era "tan típico". Pero un día entraste dispuesta a que no íbamos a hablar. Me mostraste unas oraciones, y tenía que completarlas tal como yo quería. Pensaste que sería mejor así a que me tengas hablando toda la hora.
Desde ahí, confíe en vos.
Y comenzamos una pequeña amistad que con el tiempo se hizo cada vez más grande, no fue fácil para mi, tenía miedo de que lo que te cuente termine en los oídos de mis padres. Pero me demostraste que no lo harías y podía hablar de todo con vos. Siempre me gustaba ese tiempo, y te acordas cuando no controlaba mi ansiedad? Llegaba dos horas antes del turno! ya ni me querían ver en el lugar!! es muy gracioso ahora que lo recuerdo.
Me acuerdo un día que hablamos con las relaciones con la familia, y yo te contaba todo, y luego de la nada me veía llorando, y vos me consolabas. En ese mismo instante solo te pude ver como una amiga.
Yo estaba segura que siempre podría contar con vos. Recuerdo cuando te decía que el trato que teníamos no era correspondiente entre paciente y doctor, vos me decías "solo sé que ellos no te conocen y mucho menos a mi. Si quieres ser mi amiga, seremos amigas. Nunca hay un trato específico para eso".
Desde ahí nunca quise faltar!, aún enferma iba ese lapso de tiempo que me servía tanto, no te imaginas.
Luego llegaron los tiempos difíciles para ambas, y veía como me contabas tus problemas. Me sentía feliz por que confiabas en mi. Contabas conmigo para una opinión, dejabas que te escuchara y yo solo estaba feliz de poder ayudarte. A los tres años de ir juntas, yo ya te conocía perfectamente.
Sabía perfectamente como reaccionabas, que pensarías si digo eso. Te hiciste de querer tanto por mi familia.
Siempre me apoyabas con cada ocurrencia que tenía. Que si quería hacer danza, o ser escritora, o ser fotógrafa. Solo me decías " puedes ser cualquier cosa, sos una persona única, pienso que puedes hacer lo que quieras". Todavía tengo tu novela, y tiene ese perfume a lisofor, vainilla y frutas. De los tantos perfumes que tirabas antes de irnos.
El momento en que me sentí tan agradecida fue cuando repetí por segunda vez. Era insoportable, ya previamente me imaginaba la cara que harías cuando te contara la noticia. Era la primera sesión del año pasado, me mandaste un mensaje diciendo "Isa, te espero mañana! no veo la hora de que empecemos de vueltas, nos vemos, te quiero". Y me sentí fatal. Pero cuando te lo conté me sentí tan liberada, y tu rostro solo fue compasión, tenía tanto miedo de decepcionarte como lo había hecho con todos. Al final me encontraba llorando desconsoladamente y vos abrazándome, diciendo que era una persona increíble, que era inteligente y valiente. Yo solo me preguntaba. Cómo es que puede ver lo mejor de mi en ese momento? Junto a mi familia me ayudaste tanto, no tengo y nunca tendré palabras para agradecer todo lo que hiciste en mi. Me ayudaste a crecer, a ser mejor persona. Siempre estabas conmigo sin importar, y eso admiraba tanto de vos. Teníamos tanto en común, me acuerdo que decías que te sentías tan cómoda y que era la mejor de todas.
Gracias por apoyarme, cuando pensé que nadie lo haría. Por estar de mi lado y enseñarme de lo malo y lo bueno. Ayudarme a mejorar mi persona. Gracias, simplemente por dejarme formar parte de tu vida.
Perdón!! no pude hacer mucho con vos, siempre las veces que te escuchabas te veías cada vez más apagada, desconfiada, triste. Te sentías sola y yo lo entiendo perfectamente. Perdóname si no me dí cuenta, estaba tan perdida. Te juro, que hubiera hecho cualquier cosa para retenerte aquí todavía.
Nunca olvidaré cuando me contabas lo de tu hermana, tenías tanta tristeza, y acumulaste tantas cosas. Siempre ví en vos gran parte de mi, solo tenías miedo, y yo también, pero aveces, te contenías en mi y solo me asusté tanto por que no sabía como actuar o que decir. Perdón Gabi.
Ahora estás viéndome de seguro, te juro que intentaré ser mejor persona con el pasar del tiempo. Pero no podré seguir con otro psicólogo, no soportaría.
Ahora estás con Dios, estás protegida, estás en paz. Solo pido que me cuides, y me sigas guiando en mis pasos.
Siempre te tendré un aprecio único, por que una persona como vos no se puede olvidar, y juro que jamás lo voy a hacer.